Diciembre marca un hito clave en el calendario de los estudiantes secundarios norteamericanos; es el momento de la verdad en el que toman la decisión de arrancar con las solicitudes para la universidad. Sin embargo, el panorama de admisiones está cambiando drásticamente gracias a la irrupción de la inteligencia artificial (IA). Ya no es ciencia ficción: algunas universidades están empezando a incorporar estas herramientas para filtrar a los miles de postulantes, generando un debate caliente sobre la deshumanización del proceso.
El filtro digital en las admisiones
Mientras los chicos reaccionan con cierta desconfianza al uso de algoritmos en la revisión de sus perfiles, las instituciones buscan desesperadamente ganar eficiencia. Los consejeros de admisiones señalan que, con el volumen de solicitudes creciendo año tras año, todos intentan descifrar el código para gestionar tal avalancha de datos.
En el “Triángulo de Investigación” de Carolina del Norte, la situación es variada. La Universidad Estatal de Carolina del Norte (NCSU) confirmó que recibió más de 49.000 solicitudes solo para la clase de ingresantes de 2025. Don Hunt, vicerrector senior de Gestión de Inscripciones, explicó que utilizan la IA para resumir datos clave de la solicitud y el expediente académico. Sin embargo, aclara que mantienen una “revisión integral”: un ser humano es quien lee el ensayo y evalúa la solicitud en su totalidad para entender el contexto del alumno.
Por su parte, la UNC-Chapel Hill detalla en su sitio web que usan programas de IA para extraer puntos de datos de los ensayos y notas, aunque la decisión final recae siempre en un miembro del comité de admisiones. En la vereda de enfrente, la Universidad Central de Carolina del Norte (NCCU) aseguró a la cadena ABC11 que no tocan herramientas de IA en ninguna etapa del proceso.
El temor a la deshumanización y el consejo de los expertos
La preocupación de las familias es palpable. Hay mucho en juego, especialmente porque los estudiantes se han matado estudiando durante cuatro años de secundaria, rindiendo exámenes estandarizados y tomando cursos difíciles. Colleen Paparella, de DC College Counseling, advierte que esto podría convertirse en una barrera. Del lado de los estudiantes, las opiniones son tajantes. “Creo que debería leerlo gente real. Para eso les pagan”, disparó Jackson Goodrich. Vinay Sadhwani, estudiante de la NCSU, agregó que detrás de cada promedio y cada número hay una historia, y es vital tener la imagen completa de a quién se está aceptando.
Aunque las universidades implementen estas tecnologías, los expertos recomiendan a los aspirantes mantenerse al margen. La sugerencia es clara: seguir las instrucciones y evitar usar IA para redactar los ensayos. Las universidades están afinando el ojo y cada vez detectan con mayor facilidad cuando un texto no fue escrito por un humano, por más que los chicos crean que pasa desapercibido.
Una nueva facultad histórica en Wisconsin
Mientras las oficinas de admisiones debaten cómo usar la tecnología, en el ámbito académico la apuesta es formar a los profesionales que la controlarán. Por primera vez en 42 años, la Universidad de Wisconsin-Madison lanzará una nueva facultad. La última vez que hicieron algo así fue en 1983 con la Escuela de Medicina Veterinaria; ahora, cuatro décadas después, el enfoque vira de los animales a los algoritmos con la creación del Colegio de Computación e Inteligencia Artificial.
La Junta de Regentes aprobó el proyecto este jueves, dando luz verde a la planificación formal. Se espera que el anuncio oficial llegue esta primavera y que la facultad esté operativa para el 1 de julio de 2026. Jennifer Mnookin, la rectora, destacó que buscan preparar a los estudiantes para un mundo donde la tecnología se cruza con absolutamente todas las profesiones, desde la atención al paciente hasta la enseñanza y las humanidades.
El futuro laboral y la brecha de habilidades
La nueva escuela será una reestructuración de la actual Escuela de Ciencias de la Computación, Datos e Información (CDIS). Remzi Arpaci-Dusseau, quien dirige dicha área, fue contundente: la fuerza laboral del futuro estará definida por aquellos que puedan integrar la computación y la IA con fluidez en cualquier disciplina. Ya no se trata solo de programar, sino de entender cómo la IA transforma áreas tan dispares como la ciencia política o la medicina veterinaria.
Este movimiento no es aislado. Un informe de Reuters de 2024 reveló una brecha de habilidades significativa relacionada con la IA, y las instituciones educativas están corriendo para llenarla. La Escuela de Ingeniería de Milwaukee anunció un centro de aprendizaje de IA de 76,5 millones de dólares, mientras que la Universidad de Wisconsin-Eau Claire y la Universidad Carroll en Waukesha comenzarán a ofrecer nuevas carreras especializadas en inteligencia artificial a partir del otoño de 2025. El objetivo es claro: liderar la innovación y, al mismo tiempo, formar talento capaz de lidiar con los desafíos éticos y sociales que esta tecnología plantea.