La cocina basada en vegetales ha dejado de ser una simple guarnición aburrida para convertirse en el plato fuerte de muchas mesas, y no hace falta ser un experto culinario para lograr resultados sorprendentes. Dos recetas que están ganando terreno demuestran cómo el horno puede transformar ingredientes humildes como el coliflor y el repollo en opciones gourmet, saludables y llenas de sabor. La clave, como siempre, radica en el uso inteligente de las especias y los tiempos de cocción.
La reinvención del coliflor: textura y sabor en pocos pasos
El coliflor al horno se presenta como una alternativa vegana, rápida y sumamente versátil. Lejos de aquella verdura hervida y sin gracia, esta propuesta busca lograr una textura crujiente por fuera y tierna por dentro. Para comenzar, se necesita un coliflor mediano cortado en floretes. El secreto para que quede perfecto está en un paso previo fundamental: el blanqueado. Hay que calentar agua en una olla y, una vez que rompa el hervor, apagar el fuego y sumergir los floretes entre 5 y 7 minutos. Luego, es vital colarlos y escurrir bien el agua para que no queden pasados.
Mientras el vegetal descansa, se prepara el aderezo que le dará vida. En un tazón se mezclan dos o tres cucharadas de aceite de oliva, media cucharadita de pimienta negra, media de pimentón dulce (un clásico en nuestra cocina), dos cucharaditas de hierbas finas y sal a gusto. Se integran los floretes blanqueados a esta mezcla, revolviendo con suavidad para asegurar que cada pieza quede bien impregnada.
La cocción final se realiza en una asadera llevada al horno, precalentado entre 180 y 190 grados. El tiempo estimado ronda los 30 a 35 minutos, aunque cada horno es un mundo y hay que estar atentos: el punto justo es cuando aparecen esas manchas doradas y marrón oscuro que indican que está crocante. Este plato funciona de maravilla como acompañamiento, pero tiene el potencial de ser protagonista si se lo sirve con una salsa robusta de queso, un buen hummus o tzatziki. Incluso, para quienes buscan una cena rápida, va perfecto dentro de un sándwich, un wrap o como relleno de tacos con cebollas moradas en escabeche. Si te animás a algo más exótico, una salsa de curry lo convierte en un viaje a la India en un solo bocado.
Un repollo entero que se deshace en la boca
Si la receta anterior destacaba por su rapidez, esta propuesta para el repollo apuesta a la cocción lenta para lograr una terneza inigualable. Aunque el nombre original remite a un hervido, la magia aquí sucede enteramente en el horno. Se utiliza una cabeza entera de repollo, a la cual se le retira el tronco central y se le practican seis cortes profundos de unos 5 centímetros, permitiendo que los sabores penetren hasta el corazón del vegetal.
El perfil de sabor es intenso y algo picante. Se comienza untando el repollo con media cucharada de aceite de oliva. La mezcla de especias es contundente: ajo en polvo, pimentón ahumado, pimentón común, condimento cajún, sazón Old Bay (una mezcla de especias americana) y un toque de caldo de gallina. Se utiliza una cucharadita de cada uno de estos ingredientes para la primera etapa, frotándolos bien sobre el repollo junto con el jugo de medio limón. Antes de envolverlo, se colocan tres cucharadas de manteca en el centro, justo donde estaba el tronco.
La paciencia rinde sus frutos
Para la cocción, es necesario envolver el repollo herméticamente con dos hojas de papel aluminio y colocarlo en una asadera. El horno debe estar fuerte, precalentado a unos 196 grados (385 grados Fahrenheit). La primera etapa dura una hora. Mientras tanto, se prepara una salsa derritiendo otras tres cucharadas de manteca y mezclándolas con el resto de las especias y el jugo de limón restante.
Pasada la primera hora, se retira el repollo del horno, se abre el aluminio y se baña con una o dos cucharadas de la manteca especiada que preparamos. Se vuelve a cerrar el paquete y se hornea por una hora adicional. El resultado final es un vegetal que se corta como si fuera manteca, totalmente impregnado de los sabores ahumados y picantes. Antes de llevar a la mesa, hay que dejarlo reposar unos 5 a 10 minutos, rectificar con sal y pimienta negra recién molida, y servirlo acompañado de arroz blanco y el resto de la salsa de manteca para mojar. Es una demostración clara de que con tiempo y buenos condimentos, el repollo puede ser un plato de lujo.